sábado, 31 de mayo de 2008

La Presentación

-Háblanos de matemáticas- dijeron impacientes tras el auricular del teléfono, ansiosas de que yo las ayudara con el taller de trigonometría que teníamos que entregar dentro de 3 días.

-Mi panorama esta compuesto por: 10 moscas, 7 autos, 4 meseros, 20 personas y...8 vacas - así comienza mi historia, que pronto será la tuya.


No había dormido en dos días, pues entre triángulos rectángulos y el Seno de 30° había desaparecido mi sueño. Ya era normal este insomnio escolar, pero después de algunas horas mi cerebro comenzaba a fallar.
Este fallo podría ser descrito en 5 etapas: 1, la energía potencial de un positivismo demasiado particular, en si, la vida era bella y todo es posible. Luego viene el segundo trance, la felicidad casi narcótica, donde hasta la nube deambulando en el firmamento tiene una connotación totalmente cómica. Tercero, la pereza en su expresión más realista, 5 centímetros es demasiado camino para un solo día. En la posición número 4 encontraremos la psicosis más aguda, todos te odian, todos son tus enemigos, todo esta mal en algún sentido absurdo para la humanidad. Y por ultimo, la depresión, donde no hay nada más triste que...pues tu.

La única solución, dormir, el quid del problema es...por cuánto tiempo?

En aquel entonces, con cuatro adolescentes histéricas a mas de 50 kilómetros de distancia y con 8 puntos a resolver, yo, Simone, me encontraba en mi etapa 2...lo que me impedía de sobremanera expresar cualquier cosa coherente, menos alcanzar a dialogar sobre Ptolomeo o Eratóstenes, o de aquellas ecuaciones cuadráticas, ni de porque Pitágoras habría descubierto que la raíz cuadrada de los catetos sumados, anteriormente elevados cada uno a su potencia segunda, daría como resultado la hipotenusa No, definitivamente no, la única adición que logro hacer mi adolorido cerebro fue aquella de contar lo elementos cotidianos (o no?) ante mis ojos.

Aquel día, mis vecinos del frente, o podría decir libremente, mis únicos vecinos, habían organizado una espectacular fiesta, en donde 7 camionetas de variados colores platinados se estacionaron en la parcelación adyacente a nuestras moradas, aquel cuadrado deforme de paso que nos separaba. A parte de los vehículos de cuatro ruedas, en el campo se hallaban reposando y respirando 8 vacas, cinco adultas y tres terneros. A causa de los mismísimos mamíferos, las moscas se encontraban en jerga y proliferadas se posaban por la cara externa de mi hogar, que circundaba con la ventada de mi estudio, en el que me encontraba, mano en la barbilla y una gran sonrisa que desaparecía en exactamente una hora y 25 minutos, 30 segundos.


-Qué haces contando vacas?¡¡¡¡...más bien cuéntanos como mierda se hace el punto dos de radicales y el 3,14 radianes¡¡¡- Stephanie nunca había sonado más alterada en su vida que en ese momento, aun lo recuerdo por el tono chillón que le impregnaba a cada silaba tras la bocina - Simone, perdónala, pero enserio podrías explicarnos que es urgente poder terminar al menos la mitad - Johanna, conciliadora como siempre.

-Chicas, entiéndanlo, me cuesta el solo hecho de hablar...si a duras penas se diferenciar entre los automóviles y las bestias vacunas que mugen estridentemente frente a mi- dije, aunque la lírica de mi ronroneo no me era útil como prueba de inepta condición.

-Al menos díctanos lo que has hecho hasta ahora y en el cole nos explicas para estar listas para el examen- no era muy sensato, pero era una idea muy practica la que me exponía Natalia.

-Esta bien, déjenme buscar las hojas- y levantándome del asiento, deje el teléfono y salí a buscar mis apuntes a mi cuarto.

-Dios mió¡- exclame con una connotación exageradamente alarmante.

-Que paso, no me digas que se te quedo el taller en el locker del colegio- dijo al borde del infarto Valeria.

-14 moscas, 8 autos, 5 meseros, 25 personas y 8 vacas- dije pausadamente.

-Qué?- dijeron las cuatro a la vez

-No lo entienden, aumenta el numero de moscas más por los humanos que lo animales, la variante m, de moscas, crece directamente proporcional a la de la variante h, de humanos- dije, en un pseudo arranque de lucidez.

-...asustas ¡- la sinceridad de Natalia ya no me asustaba pero si me impresionaba.


Unas 5 horas después, luego de haber dictado ya más de 20 teoremas y cálculos trigonométricos, mis propios números había sido modificados por el tiempo. Ya había colgado, la lluvia caía desconsolada, eran las 12 de la noche y las cantidades eran las siguientes: 4 moscas, 3 autos, 6 personas y 8 vacas.
Si, las personas atraían más moscas que las pobres vacas. Las luces exorbitantes del cuasi castillo de mis vecinos se apagaban y encendían arbitrariamente. La música vallenata no cesaba, hombres y mujeres permanecían sentados con sus copas en la mano, los adolescentes amigos de mi vecino se apartaban de la reunión madura de sus padres, y con botella en mano charlaban en la zona oscura del jardín. ¿Qué dirían de aquella figura tras la única ventana con luz de la casa del frente? Si es que se habían percatado, de seguro echarían algunos chistes sobre la loca que los espiaba, pero lo mas seguro es que ni se habrían inmutado de mi presencia.

No se por qué las vacas me caían peor que los humanos. Puede ser por el ruido que hacen cada 5 minutos, ese muido impertinente que me obliga diariamente a poner la música al máximo volumen para poder concentrarme. Si he de sufrir problemas de audición en un futuro cercano, será por mera responsabilidad de las vacas. También esta ese olor dulzón que las acompaña, o esos ojos opacos que te miran mas no te hallan. Puede ser porque se asimilan mucho a mí en mi etapa 3 del no sueño, o porque cuando era pequeña, en la finca de mis tíos, cuando me acercaba a ellas siempre huían, como si olieran en mi algo malo. Realmente puede ser que no se hayan equivocado, pero el punto es que nunca me han agradado.


Aun así, no hay día que no me la pase contando vacas. Ya es una costumbre, un elemento clave en mi vida, un signo claro y fuerte de mi perpetua soledad.